viernes, 14 de agosto de 2015
Belgrano de Córdoba le gano a Tigre por 1 a 0, con gol de Mauro Obolo. Y es la crónica de un final anunciado.
Que sorprende que no sorprenda, que su entrenador quiera disfrazar las falencias propias al declarar que “debemos reducir nuestro margen de error a la mínima expresión”. Algo así como: solo nos falta convertir…y no, no es así. A Tigre le faltan muchas cosas para estructurarse como un equipo serio.
Tigre busca bloquear al oponente, trabarlo. A partir de eso, ver si puede rasguñar algo, aprovechar algún error. Belgrano está en esa sintonía, ojo, simplemente que el conjunto cordobés lo expone más aún: se para tan atrás ante una posible amenaza rival que no es tal. Y aun de local, no asume el protagonismo: parado para contraatacar, sus jugadores siempre están arribando a los lugares. Llegan vacíos, con espacio.
El manejo de Bolatti delante de la línea de cuatro, donde Saravia despego toda la noche por la derecha. Como ladero a Farre, delante de ellos Parodi (muy parecido a Juan Román Riquelme, sin el nivel de aquel, pero muy claro a la hora de pasar el balón. Un clon) Rigoni bien a la izquierda, Márquez por todos lados pero siempre detrás de Obolo, el único hombre de punta. Ellos se movían para tratar de arribar al área con peligro. Sino, un poco de tenencia debido a esa movilidad (Parodi iba de derecha hacia el centro, Márquez al lado de Bolatti o terminaba en algún ataque Farre abierto por la derecha). Tenencia corta que se acababa para volver a agruparse. Y volver a correr, y volver a salir disparados hacia adelante.
Ese movimiento de Belgrano desoriento a Tigre, un equipo largo. Belgrano mostraba la falencia de tener cuatro hombres para marcar a dos (Luna y González) pero no se escalonaban. O Bolatti se iba muy arriba en la presión. En una de esas jugadas, Belgrano no achica: pelotazo de Godoy para sacarse la pelota de encima, la recibe el “Chino” Luna y tapa Olave: otra de las claves de Belgrano, su arquero.
Quien fallo fue el arquero de Tigre, D angelo: se tropieza con la cabeza de su compañero, Gonzalez Pirez, la pelota le queda servida a Mauro Obolo. Uno a cero y Tigre que vuelve a probar de su propia medicina: le convierten por un regalo propio. Y sin juego asociado, era un laberinto sin salida el equipo de Gustavo Alfaro.
En el segundo tiempo paso lo que tenía que pasar: el intenso ritmo que impuso Belgrano en el primer tiempo, lo pago en la segunda mitad. Era agruparse pero ya no se salía en forma de turba.
Era recuperar y dársela a Parodi, que manejo los tiempos. Era dársela a Márquez, que arrancando desde atrás desajusto a Gonzalez Pirez, Arzura e Izaguirre (debutante en Tigre, que mostro una alarmante pobreza en el manejo de la pelota). A los 23 se lo perdió en una contra Mauro Obolo…¿Y Tigre??? Hizo ingresar a Rincón…pero hizo bajar como mediocampista a Federico González…ingreso Wilchez por el “Japo” Rodriguez, faltando pocos minutos ingreso Garate por el propio González…de nuevo el mismo error de partidos anteriores: muchos atacantes, de características similares, mal ubicados. Por ende, si nadie te abastece (por el juego propio del equipo o por alguna individualidad que asuma ese rol por sobre el carcelario sistema) llegar al gol es por obra y gracia de alguna pelota parada (como a los 42, cuando tapo Olave un cabezazo de Galmarini). O algún tiro busca-suerte, como hizo Luna, cuando iban dos minutos de descuento, que Olave saco al córner con sus dedos.
Si Tigre insiste en creer que solo le falta la definición, no solo repetirá sino agravara sus carencias en el juego. Encontrará en algún partido alguien que le regale situaciones favorables (puede ser Unión, su próximo rival ¿Por qué no?). Pero esto ya no es cuestión de creencias, sino de ver la realidad. Esto es futbol, pero también a Tigre el agua le está subiendo. Y no es por el cambio climático, es por como juega al fútbol.
Goles